Y recojo lo que me aporta cada una de las olas que viene a estrellarse en mi viveza.
Este le dijo que había sido terriblemente tentado por Hegel, y que gracias a la crítica kantiana escapó a los postigos del panteísmo y pudo reservar un lugar intacto a su fe religiosa en medio de sistemas filosóficos cuya historia se dedicaba a descifrar.
Entonces todo se nos hacía absurdo -e inaceptable- sin que siquiera supiésemos qué era lo que se negaba en nosotros de esa manera a aceptar.
Los que nos salvó entonces, lo que hizo que nuestra real desesperación todavía condicional, fue justamente nuestro sufrimiento. Esta dignidad apenas consciente del espíritu salvó nuestro espíritu de la presencia de un elemento irreductible al absurdo a que todo trataba de conducirnos.